Reiki y Energia de la Luz en Temuco
Primer Curso dictado por Ximena Lutz


Temuco, 25 de Septiembre de 2004.

REFLEXIÓN SOBRE MI PRIMER CURSO

Cuando me inicié en Reiki, no esperaba estar entrando a un mundo tan pleno de experiencias... Experiencias que han sido tan intensas, pues son magníficamente humanas y tan maravillosamente cercanas al Padre. ¿El factor en común? EL AMOR. Amor sin tiempo, sin distancia. Amor sin nombres, sin apellidos, sin diferencias económicas ni sociales de por medio. Amor hecho acción por el sólo hecho de amar. Amor como camino y como opción de vida... Sí, volver a amar en plena libertad.

Reencontrarme con el Padre siendo adulta y redescubrir al Maestro Jesús... a Jesús Iluminado, Ascendido (no al Jesús eternamente crucificado)... ha sido como despertar de un largo sueño y empezar a ver el mundo con nuevos ojos. El comenzar a aceptar la Voluntad del Padre en mí y el reconocer mi falta de fe, me ha abierto nuevas puertas y mi vida fluye con más facilidad, pues tengo la certeza de que el Padre me ama así como soy, me guía, me protege y me ayuda cada vez que lo necesito... y cada vez que lo pido. Dejar de resistirse al Padre no implica el no hacer nada, se trata de ser activos, de hacer, de crear, de hablar, de entregar lo mejor de uno cada día bajo Su Mirada Amorosa y siguiendo las enseñanzas de Jesús.

Cuando decidí solicitar la maestría en Reiki, lo hice pues considero que es una herramienta para servir a los demás... Lo hice por amor... Sí, por amor hacia los demás seres humanos, por amor hacia mi y por sobretodo por amor al Padre. En estos meses de preparación, sabía que en algún momento comenzaría a enseñar, a compartir lo que he aprendido, a vaciar la copa (el cáliz) que el Padre llena amorosamente cada día. Mientras trabajaba con los amigos y amigas que están, y los que ya no están, me pregunté muchas veces si lograría transmitir adecuadamente el mensaje, si lo haría bien o no... Y mientras se acercaba la fecha del primer curso de Reiki que dictaría me sentía más ansiosa, aunque en el fondo sabía que el Papi se encargaría de todo, incluso de mí.

Hasta que por fin atiné... (¿cuántas veces tendré que repetir esta lección?)... y lo tiré para arriba, le pedí socorro al Papá y una vez más la respuesta fue absolutamente simple: yo no tenía que hacer tal o cuál cosa, de este modo o de aquél otro... tenía que ser simplemente yo, hablar de lo que creo, de lo que pienso y de lo que siento... tenía que ser sólo el mejor canal posible y el Papá haría el resto, pues el enseñar finalmente es otra forma de entregar Reiki: el Padre hace a través de uno.

Y llegó el día D, el sábado 25 de septiembre. Cargamos el auto... ya parece traslado cada vez que hay curso (estufa, cojines, chales, hervidor, vasos, equipo de música, etc., etc., etc.)... llegamos temprano al lugar donde dictaría el curso, preparamos las cosas y comenzaron a llegar los participantes... y llegaban y llegaban y llegaban más y más personas... jóvenes y adultos... hombres y mujeres... 1, 3, 5, 8... 17... 25... cuando eran cerca de 40 comencé a preocuparme y seguían llegando... finalmente estaba sentada en el suelo frente a 68 personas y Marco Antonio tenía razón, los primeros 3 minutos eran los más difíciles: ?Mi nombre es Ximena, soy médico, soy mamá y voy a hablarles sobre Reiki; Reiki es una palabra japonesa que significa energía de vida universal y el punto aquí es que no puedo hablar de Reiki sin hablar de Dios...?

El grupo que asistió escuchó con atención, preguntaron poco al inicio, pero durante la tarde se decidieron y hubo más interacción, siempre en un ambiente de respeto y camaradería. Las meditaciones resultaron ser muy largas por la gran cantidad de personas y aprecié mucho la paciencia de quienes asistieron. Es difícil explicar con palabras la vorágine de emociones y de sensaciones que experimenté ese día, que fueron desde el estar asustada al comienzo hasta estar completamente tranquila, en paz, al terminar la jornada; del sentirme físicamente muy cansada y al mismo tiempo tan plena; del ser cada vez más conciente de que no soy yo, que es el Padre el que actúa, que es Su Voluntad la que se manifiesta... Doy gracias a Dios por la posibilidad de compartir lo que he aprendido y por el hecho de aprender de quienes me acompañaron en el curso.

Sí, fue un día muy especial para mí... Un nuevo inicio... Un paso más en este camino...

Agradezco a Marco Antonio, maestro y amigo, la paciencia, el apoyo y las enseñanzas que me ha entregado (los tirones de orejas incluidos). Agradezco a Angélica, a María Eugenia y a Boris por su cooperación y ayuda en la realización de este sueño; mis gracias también a los otros amigos que de distintas formas me brindaron su apoyo y comparten este camino conmigo. Agradezco especialmente a mi hijo, Felipe, por acompañarme y por cada palabra de aliento... por ése: mamá estoy orgulloso de que hagas lo que te gusta, que me dijo la noche antes del curso.

Un abrazo para cada uno de ustedes y que el Padre les bendiga y bendiga a sus seres amados cada día.

Ximena Lutz Pineda.
ximelutz@surnet.cl

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